A TRAVÉS DE LA PUERTA
- Andrés Gallardo
- 29 jun
- 3 Min. de lectura

En el mundo existen puertas que tienen un significado profundo para las comunidades en las que se encuentran, por ejemplo, la Puerta de Brandemburgo en Berlín. Este es un símbolo de paz y de la reunificación alemana. Otra puerta famosa es la Puerta de Alcalá en Madrid; símbolo que marca la entrada a la ciudad. De este modo, podemos comprender la importancia que tiene una puerta, no solo como estructura que sirve para separar dos ambientes, sino como elemento esencial para el orden, organización y significancia de una comunidad.
Las puertas son un elemento esencial para el orden, organización y significancia de una comunidad.
Por otro lado, la estructura de una puerta se relaciona directamente con el lugar donde está destinada y la función que cumple. Existen puertas de seguridad hechas de material resistente, así como otras delgadas y frágiles al interior de una casa. Con lo anterior, podemos dar una nueva comprensión a las palabras de Jesús cuando dijo: “Yo soy la puerta; los que entren a través de mí serán salvos. Entrarán y saldrán libremente y encontrarán buenos pastos.” Juan 10:9 (NTV). Depositar nuestra fe en Jesús nos da la confianza de acercarnos libremente al Padre, ya que al cruzar por “esta puerta” tenemos acceso a la vida eterna, transitando libremente en una relación genuina y de un amor verdadero con Él. Gracias al más grande y definitivo sacrificio de nuestro Señor, confiando en que nos acompañará por siempre, aun cuando andemos por valles de sombra y de muerte, podremos descansar en lugares de delicados pastos, recibiendo su amor y consuelo cuando lo necesitemos (Salmos 23 – Mateo 5).
Depositar nuestra fe en Jesús nos da la confianza de acercarnos libremente al Padre, ya que al cruzar por “esta puerta” tenemos acceso a la vida eterna
Esta relación directa con el Padre se inicia en el momento en el que el velo se rompió: “Entonces Jesús volvió a gritar y entregó su espíritu. En ese momento, la cortina del santuario del templo se rasgó en dos de arriba abajo…” Mateo 27:50,51 (NTV). Recordemos las características de este objeto: el velo del santuario era la puerta de entrada al lugar santísimo, espacio donde podía acceder solamente el sumo sacerdote una vez al año para presentarse a interceder ante la presencia de Dios por todo Israel y hacer expiación por los pecados del pueblo. Este velo poseía aproximadamente 18 metros de altura y, según el historiador Josefo, tenía 10 centímetros de espesor, lo que nos da una idea humana de lo difícil que pudo haber sido que se rompiera. El sacrificio de Jesús era lo que se necesitaba para que cada uno de nosotros pudiera acceder a esa relación íntima con nuestro Padre: “Ser amigo tuyo, oh, Dios, es privilegio de quienes te honran. Sólo con ellos compartes los secretos de tu pacto” Salmos 25:14 (NBV).
El sacrificio de Jesús era lo que se necesitaba para que cada uno de nosotros pudiera acceder a esa relación íntima con nuestro Padre
“Los que oyeron a Jesús usar este ejemplo no entendieron lo que quiso decir, entonces les dio la explicación: Les digo la verdad, yo soy la puerta de las ovejas” Juan 10:6,7 (NTV). Jesús es nuestro buen pastor y nuestra puerta; no dejemos de tener certeza que podemos estar con nuestro Señor todos los días, confiando en su guía y cuidado, ya que solamente en Él podemos encontrar vida en abundancia.
Invita a otros a cruzar por esta puerta, invita a otros a conocer la única puerta que nos llevará al Padre.
Que el Señor te bendiga.






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