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Bajo los cuidados del buen pastor

  • Foto del escritor: Claudia Aranda
    Claudia Aranda
  • 29 jun
  • 3 Min. de lectura

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“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11).


En algunas temporadas difíciles de mi vida he doblado mis rodillas pidiendo a Dios por cosas que demoran en llegar o simplemente no llegan. La frustración y la angustia no tardan en aparecer, y la paz se esfuma. Mis intentos fallan, y solo hallo desesperación al ver que, por mucho que me esfuerce, nada resulta como yo deseo. En esos momentos, donde solamente escucho el silencio de Dios, es cuando recuerdo que soy de Él, que estoy en la palma de su mano y que sus planes siempre serán mejores que los míos.


Someterse a Jesús es reconocer que Él sabe mejor, que ve lo que nosotros no vemos, y que Su amor es perfecto

Muchos anhelamos dirección, protección y sentido, pero ¿estamos dispuestos a ser guiados? Jesús no obliga, Él llama. Pero si no respondemos, quedamos a merced de nuestra propia voluntad, que muchas veces nos desvía hacia caminos peligrosos. Someterse a Jesús es reconocer que Él sabe mejor, que ve lo que nosotros no vemos, y que Su amor es perfecto.

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27).


La verdad es que someter nuestra voluntad no solo parece difícil, es realmente difícil. Nuestra naturaleza caída siempre es tentada a elegir lo que el corazón quiere, y bueno, ya sabemos cómo es nuestro corazón (Jeremías 17:9-10). Pero la Palabra también nos dice que Jesús se revela a quienes le buscan de corazón. Cuando lo conocemos realmente, nuestra vida se serena, no porque todo sea fácil, sino porque su presencia nos estabiliza.


Jesús se revela a quienes le buscan de corazón

“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7).


Nuestros pensamientos intrusivos suelen llevarnos a límites impensados, son como lobos al acecho, buscando entrar e instalarse en nuestra mente. Pero Jesús no les teme a los lobos. Él no es como los asalariados que abandonan las ovejas cuando hay peligro. Él se queda, enfrenta, lucha y vence.


Jesús te defiende y te cubre como un escudo. Él no se apaga como el ánimo humano, Él es como el sol que nunca se apaga. Aunque te sientas olvidado, sin valor o con ganas de huir, Él te busca y te encuentra.


Jesús te defiende y te cubre como un escudo. Él no se apaga como el ánimo humano, Él es como el sol que nunca se apaga

“¿Acaso no has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová…? Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas” (Isaías 40:28-29).


¿Te ha traído Dios de vuelta?

Todos hemos experimentado momentos de desconexión. De querer huir, de pensar: “No valgo nada”. Pero hay una mano invisible que nos sostiene, un amor que no nos suelta.


“Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jeremías 31:3).


A pesar de todo, Jesús piensa en ti. Permite que Él te guíe, ¡suelta el control! Él conoce tus luchas más íntimas, tus caídas más oscuras, incluso aquellas que nadie sabe. Y aun así, no se aleja, sino que se acerca más.

 

“Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos” (Salmo 139:2).


Jesús dio su vida por ti, abraza Su gracia  y comienza a vivir una vida con propósito, con plenitud y esperanza.  Él prometió vida en abundancia (Juan 10:10), no porque tengamos todo lo que deseamos, sino porque lo tenemos a Él.


Jesús dio su vida por ti, abraza Su gracia  y comienza a vivir una vida con propósito, con plenitud y esperanza

Te comparto unos consejos prácticos para  vivir bajo el cuidado de Jesús:

  • Escucha su voz: Aparta tiempo cada día para leer Su Palabra. No como un ritual, sino como una conversación con el Pastor.

  • Ora con sinceridad: Habla con Jesús como hablas con un amigo cercano. No ocultes nada, Él ya lo sabe todo.

  • Busca comunidad: Las ovejas no caminan solas. Busca otros que sigan a Jesús y camina con ellos.

  • Obedece aunque no entiendas todo: A veces no veremos el camino claro, pero obedecer a Jesús siempre nos lleva al mejor lugar.

  • Recuerda quién eres: Eres oveja amada, no por lo que haces, sino porque perteneces al Pastor que dio su vida por ti.


Y recuerda… “Jehová es mi pastor; nada me faltará” (Salmo 23:1).


Todo lo que necesitas está en Jesús. Cuando sientas miedo, busca al Pastor. Él nunca se ha ido. Él nunca te soltó.


Dios te bendiga.

 

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