Una mente victoriosa
- Mildred Iriarte
- 3 abr
- 3 Min. de lectura

Hubo una etapa de mi vida que me sentí profundamente frustrada, sentía que mi mente estaba encasillada, no podía ver más allá, no lograba ver lo que Dios me estaba enseñando. Sin darme cuenta, fui cayendo en un círculo de pensamientos negativos, inseguridades recurrentes, tristeza, crítica y me volví severa en muchos aspectos con personas que me rodeaban en ese momento. Miraba a algunos como enemigos, y muchas de las cosas que hablaban o que decían, me causaban molestia. Mis emociones estaban a flor de piel y sentía que muchas de las cosas que hacía no tenían sentido alguno.
La batalla con la mente es una etapa compleja, en la que necesitamos ser transformados para recuperar el verdadero diseño que Dios plasmó para nosotros.
Cada mente es un mundo en el que dejamos que ciertos pensamientos se posicionen y, el desánimo, las frustraciones y las inseguridades, van tomando protagonismo en distintas temporadas. La batalla con la mente es una etapa compleja, en la que necesitamos ser transformados para recuperar el verdadero diseño que Dios plasmó para nosotros.
La real batalla radica en no dejar que nuestros pensamientos y emociones se establezcan como una la realidad en nuestra vida y, a decir verdad, esta realidad no está determinada por lo que pensamos, sentimos o experimentamos, sino en lo que Dios ha dictaminado para nosotros; si Dios dice que eres victorioso, entonces eso eres. ¡No hay más!
Si Dios dice que eres victorioso, entonces eso eres. ¡No hay más!
¿Crees que Jesús sintió tristeza o desanimo en su paso por la tierra?, piensa que Él tenía la opción de seguir disfrutando de la eternidad, sin embargo, “no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse” (Filipenses 2:6, Nueva Versión Internacional). Él escogió de forma voluntaria hacerse semejante a los seres humanos. Tómate unos minutos, y piensa, ¿imaginas lo que es ser Dios y escoger vivir como un humano? Jesús vivió en el mundo terrenal, pero decidió hacerlo de tal manera, que atrajo el Reino de los Cielos a la tierra.
Si Jesús, siendo hijo de Dios, experimentó dolor, tristeza e inseguridades, ¿cuánto más nosotros? Esto nos enseña que, junto a Dios Padre, tenemos la victoria ganada y un futuro esplendoroso y, por el contrario, también necesitamos vivir momentos no tan agradables, pues es la única manera de ser dependientes de Dios.
Cada pensamiento negativo, ansiedades o enojo, es una prueba que fallamos al no descansar en Dios. Lo normal es vivir bajo pensamientos terrenales, pero la lógica de Dios nos enseña a traer el reino de Dios a la tierra, y que no controlamos siquiera nuestros pensamientos. Necesitamos reconocer y arrepentirnos, dado que, sin Dios, somos nada.
Cada pensamiento negativo, ansiedades o enojo, es una prueba que fallamos al no descansar en Dios
Lee lo que dice Filipenses 4:8 (NVI), “Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza”. ¿Crees que se puede estar en todo tiempo pensando solo en todo lo bello, si cuando estoy en el trabajo escucho que hablan mal de mí, o cuando llego a casa, después de una jornada agotadora, debo hacer mis quehaceres domésticos y entregar tiempo de calidad a mi familia?
El propósito de Dios es que nos mantengamos firmes, “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estad firmes” (Efesios 6:13, NVI).
Cuando vengan pensamientos negativos a tu mente, pregúntate:
1. ¿Por qué puedo dar gracias hoy?
2. En mi lucha ¿he visto progreso junto a Dios?
3. ¿De qué manera he experimentado la generosidad de Dios?
4. ¿Respondió Dios alguna oración?
¡Que Dios te bendiga!
Comments